«El peor enemigo del plátano está dentro del propio sector: los plataneros canarios que también importan banana»

Los precios que se pagan a los productores de plátano en La Palma se han desplomado en los últimos meses, hasta el punto de que están teniendo pérdidas. Las estimaciones de la Plataforma por un Precio Justo del Plátano apuntan a que, si se incluyen las subvenciones, están teniendo que costear de su bolsillo entre 40 y 50 céntimos por kilo, por lo que la balanza tiene ahora miles de euros en negativo para muchos pequeños plataneros.

A la hora de buscar las causas de este desplome de los precios, el portavoz de esta plataforma, Juan Carlos Rodríguez, tiene claro que a estas alturas ya no se ha podido prolongar por más tiempo la estrategia de que el consumidor peninsular comprara plátano canario a precios más elevados de lo normal para apoyar la producción palmera afectada por la erupción volcánica.

En la actualidad, la mejor categoría de plátano le reporta al agricultor palmero entre 30 y 40 céntimos el kilo, a lo que le une los 34 céntimos de subvención pública. Pero el coste de producción a día de hoy está entre 1 euros y 1.10 euros, con el encarecimiento del agua y los abonos.

A juicio del portavoz de la plataforma, el problema ha surgido porque para compensar los 63 millones de kilos de plátanos que se perdieron por la catástrofe volcánica, se ha importado banana de América y, en menor medida, África.

Lo sorprendente para quienes no están duchos en esta materia es que importantes productores y organizadores de productores de plátano canario son también importadores de banana.

«Hay plataneros que están en ambos negocios: el del plátano canario y el de la banana»

“Estos plataneros y organizaciones de plataneros se quejan de que la banana le va robando el mercado al plátano canario, pero en realidad ellos mismos tienen las manos en ambos negocios, y ahora lo que les interesa es que se venda la banana, que además se paga con seis meses de antelación en el lugar de origen”, sostiene Juan Carlos Rodríguez. Para ello, el precio del plátano al consumidor en realidad está condicionado “porque hay que dar salida a esa partida de banana que cubrió el vacío dejado por el plátano palmero tras la erupción”.

Para el portavoz de la plataforma, “al principio, con la etiqueta del volcán, el consumidor estaba dispuesto a pagar por el plátano afectado por la ceniza, como gesto solidario con La Palma, pero la realidad es que de eso al final se acabó beneficiando el plátano de las islas capitalinas y comarcas que no se vieron afectadas por la erupción, y el consumidor no distinguía en la Península sino el plátano de Canarias; y un año después de la erupción, la gente ya no quiere pagar tanto por el plátano de aquí”.

Insiste en algo que puede causar estupor en los desconocedores de la realidad de la comercialización de esta fruta: «Todas las organizaciones productoras de plátano canario directa o indirectamente venden bananas, y para la pica -o retirada de parte de la producción- se pone de excusa que es para subir el precio que se pague a los agricultores plataneros pero en realidad el objetivo que hay detrás es colocar en el mercado la banana importada».

Juan Carlos Rodríguez recuerda que cuando se produjo la erupción, él propuso que se dejara de cortar plátano afectado por la ceniza y que con las ayudas el sector escapara un tiempo hasta poder ofrecer un producto de calidad, idea que fue descartada.

«Oro parece, plátano es»

Juan Carlos Rodríguez, portavoz de la Plataforma por un Precio Justo para el Plátano.

La cuestión de un precio justo para el plátano, que es el motivo de que surgiera a mediados de la década pasada esta plataforma -que llegó a movilizar a numerosas personas, con reuniones y manifestación las que asistieron más de mil-, sigue siendo la piedra de toque para muchos plataneros. El Gobierno canario llegó a hacer un decreto que garantizaba que el platanero cubriera costes, “pero ASPROCAN quería convencer a los agricultores de que se negaran a esa medida, alegando que es el mercado el que pone los precios”.

Cambiar las cosas en el sector platanero canario no es fácil. Lo explica así el representante de la plataforma: “El 4,9% de los agricultores se lleva el 50% de las ayudas del POSEI, y de ese porcentaje un 2% maneja el sector en las grandes cooperativas y organizaciones», revela Juan Carlos Rodríguez, quien, con sarcasmo, añade que «oro parece, plátano es».

La Ley de Cadena Alimentaria y el reparto del POSEI

Esos intereses, asegura, se han visto con la Ley de Cadena Alimentaria, que se aprobó para toda España para que los agricultores no vendan por debajo del coste de producción, pero a la que se hizo una excepción con Canarias, «y, para aprovecharse de que muchos productores no están al tanto de estas argucias, consiguieron que este cálculo para que la cantidad percibida dé positivo se tomara como referencia a la cooperativa, pero no sus socios de manera individual, con lo que no parece importar que los agricultores se endeuden».

«Ahí el Gobierno canario se plegó a esos intereses y hasta Casimiro Curbelo (líder de ASG) planteó que o se apoyaba esa excepción de la ley estatal en Canarias, o no haría tambalear el actual Ejecutivo cuatripartito de izquierdas», abunda el portavoz de la plataforma.

Para este colectivo del campo palmero, «lo lógico sería que las ayudas del POSEI cambiaran de formato para que favorecieran a quienes tuvieran pérdidas de renta, pero los que tienen grandes extensiones cultivadas lograron que se abonen por kilo de producción, con lo cual el pequeño agricultor ha entrado en un juego que le perjudica a La Palma, ya que en Tenerife la producción por hectárea es mayor que aquí».

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