Afectados del volcán detectan graves errores del Consorcio de Seguros con Copernicus

DOS AÑOS DE UNA ERUPCIÓN SIN EVACUACIÓN PREVIA: EN BUSCA DE LA  VERDAD

CAPÍTULO 12

Familias afectadas por la erupción de 2021 en La Palma han tenido que recurrir a  imágenes de drones de empresas privadas para poder demostrar al Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) que su vivienda estaba todavía en pie y no sepultada o dañada por la lava. Se trata de errores con la información de satélite proporcionada  por  Copernicus que les hacían perder el derecho a indemnización si el daño a la propiedad se producía  los 7 días siguientes a contratar la póliza. En los casos conocidos por EL VALLE, gracias a esas fotos de drones que casualmente pasaron por un lugar específico un día concreto, estos damnificados pudieron defenderse y ser indemnizados. Pero se abre la duda de que otros afectados pueden haberse quedado en total indefensión si no tuvieron la suerte de contar con esas imágenes alternativas a Copernicus.

«Con varias viviendas en el Consorcio de Seguros nos comunicaron que no teníamos derecho a indemnización porque nos dijeron que las casas estaban afectadas por la lava desde un determinado día, pero nosotros sabíamos que no era así, por personal de seguridad y emergencias que conocíamos y que podía entrar en la zona de exclusión», afirma una afectada.

En su caso, según relata, «tuvimos la gran suerte de que conseguimos fotos de nuestras viviendas hechas con dron el día que nos interesaba por la empresa I Love The World, a la que estamos muy agradecidos, pero es posible que otras personas no tuvieran la misma fortuna».

Nadie recomendó asegurar contra el riesgo volcánico

Aquel 19 de septiembre de 2021 la tierra se abrió en Cumbre Vieja tan cerca de viviendas que pronto se vio que se trataría de un desastre sin paliativos en cuanto a daños materiales.

No solo no se evacuó a la población y a los animales antes de la erupción volcánica sino que no hubo ninguna campaña de concienciación a la población de la necesidad de asegurar sus propiedades por el incremento del riesgo volcánico ni tampoco iniciativas para promover una regulación estatal y canaria específica para catástrofes volcánicas que permita recibir indemnizaciones también por la desaparición del terreno y no solo por las construcciones.

La desprotección de muchas propiedades

I LOVE THE WOLRD

La realidad es que, según un informe de la Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras (UNESPA), en Canarias solo el 46% de las familias tiene asegurada la primera vivienda, el porcentaje más bajo de toda España, salvo en Ceuta, mientras que por la segunda vivienda, la firma de una póliza en Canarias se reduce al 8,2%, de nuevo entre los porcentajes los más bajos del país, solo superando en esta ocasión a Melilla y Castilla-La Mancha. Estas cifras pueden dar idea de cuál era desde este punto de vista el panorama de desprotección de las propiedades cuando comenzó la catástrofe del Tajogaite.

En tales circunstancias desesperadas, las familias propietarias de bienes amenazados por la lava se fueron enterando de que era posible asegurar su casa ya con la erupción en curso, pero, eso sí, la legislación exige que pasen 7 días antes de hacer uso de la póliza y siempre que los daños en el bien asegurado no se hayan producido en ese periodo.

El CCS cambió de criterio: del inicio de la erupción al día en que se produce el daño

Sede del Consorcio de Seguros en Madrid.

En su primera nota informativa sobre la erupción del Tajogaite, emitida el 20 de septiembre de 2021, un día después de iniciado el proceso eruptivo,el Consorcio de Compensación de Seguros se limitó a comunicar que «el requisito para presentar la solicitud de indemnización es que el afectado esté asegurado y tuviera su seguro en vigor en el momento en que se inició la erupción volcánica».

Esta indicación pudo confundir al principio a los afectados, porque luego el criterio establecido para indemnizar no fue este sino el momento del proceso eruptivo en el que la propiedad asegurada era destruida por la lava y no el del inicio de la catástrofe, que duró 85 días.

No fue hasta su quinta nota, emitida el 4 de octubre de 2021, cuando el CCS aclaró que sí  se pueden asegurar los bienes materiales y personales existentes cercanos a la erupción de La Palma pero que «de acuerdo con el Reglamento del seguro de riesgos extraordinarios existe un período de carencia de 7 días desde la fecha de emisión o de efecto, si fuera posterior, de la póliza de seguro hasta la de la producción del siniestro».

Cumbre Vieja, con la mancha del Tajogaite, según una imagen elaborada por Copernicus.

Y fue también en ese comunicado en el que ese organismo estatal clarificó que  «la fecha del siniestro será la que corresponda al momento en el que se produce efectivamente el daño en el bien asegurado correspondiente», en contra de su criterio inicial de poner el contador a cero el día del comienzo de la erupción.

En todo caso, estableció que si no fuera posible constatar el momento del daño, «cabrá en último extremo aplicar la fecha conocida y acreditada del 19 de septiembre» de 2021, en la que se inició la erupción volcánica y, en consecuencia, se produjo el inicio del fenómeno catalogable como «riesgo extraordinario» en su conjunto.

Copernicus: el satélite que no todo lo ve

Ficha elaborada por Copernicus con las propiedades afectadas, ya en los últimos días de la erupción de 2021.

Por tanto, no solo los afectados no podían entrar en la zona de exclusión para ver cuál era el estado de sus propiedades, cuestión esta que por seguridad podría parecer hasta lógica, sino que además carecían de un servicio público de fotos aéreas a una distancia que no arrojara dudas.  En su lugar, el Consorcio de Seguros utilizaba las imágenes de satélite de Copérnicus, el servicio de observación de la Tierra creado y financiado por la Unión Europea.

Pero la realidad es que este sistema no fue infalible ni tan garantista como pueda parecer,  porque EL VALLE tiene constancia de personas damnificadas a las que el CCS les denegó el derecho a indemnización con el argumento de que su casa quedó dañada en una fecha  inferior a los 7 días necesarios tras suscribir o mejorar un seguro, y los afectados pudieron demostrar con imágenes que no era así.

Afectados que recurrieron a I Love The World

Escalero, en La Palma, volando su dron sobre la zona de la erupción de 2021.

En el libro Las otras historias del volcán, el fotógrafo Alfonso Escalero, director de la productora audiovisual I LOVE THE WORLD, contó su experiencia personal durante esta emergencia y se refiere a este problema: «Me escriben varias personas desesperadas porque el Consorcio de Compensación de Seguros les niega el derecho que tienen a cobrar la indemnización por haber perdido su vivienda bajo la lava con el argumento de que la casa no se mantuvo en pie, como mínimo, los siete días anteriores a la firma del contrato establecido. Se basan en imágenes de Copérnicus, sistema de satélites europeos o en otras fuentes que desconozco, en el que no se puede apreciar con tanto detalle como el que ofrecen nuestras imágenes en 360º el estado de las propiedades y viviendas. Puedo garantizar que cualquier empresa de drones, bien  I love The World o cualquier otra que estuviera operando en la crisis del volcán, podría demostrar, en varios casos, que algunas
de las casas no estaban destruidas en una fecha concreta, mientras el Consorcio asegura lo contrario, dejando a estas familias, que lo han  perdido todo, sin la indemnización que merecen hasta el momento».

«Para solventar esta situación», prosigue el relato de Escalero, «algunos vecinos, los más afortunados, se han visto obligados a recurrir a los despachos de abogados, pero otros no pueden acceder a este servicio, ya que no entra dentro de sus posibilidades o incluso aceptan la decisión del Consorcio, puesto que no tienen manera de saber otra versión».

Debido a esta necesidad, en el momento de escribir su testimonio para el libro, febrero de 2022, este fotógrafo confesaba que se encontraba «rebuscando» en sus discos duros, «entre una cantidad desbordante de imágenes, para demostrar al Consorcio que en tal fecha la propiedad cuestionada se mantenía en pie».

La psicóloga Susana Lasvignes: «Se ha causado un dolor innecesario»

En el mismo libro, la psicóloga Susana Lasvignes, experta en Investigación Cualitativa, expone en sus impresiones en un artículo que titula «Del dolor inevitable al dolor innecesario», en alusión a que, si bien la catástrofe fue un fenómeno natural ineludible e inexorable, hay un sufrimiento que pudo ahorrarse a la población damnificada mediante una mejor gestión de la emergencia por parte de las autoridades.

Afirma esta psicóloga que hay afectados que le cuentan cómo en esos primeros días de la erupción «acuden a las aseguradoras y que estas no les admiten como nuevos clientes ya que la erupción ya ha comenzado». Sin embar­go, «narran estupefactos cómo sus vecinos, en las mismas condiciones, sí consiguen asegurar sus viviendas en esas fechas».

«Aun así, los nuevos asegurados no las tienen todas consigo», prosigue esta profesional de la psicología, «y nos cuentan supuestas negli­gencias por parte del Consorcio de Seguros que, basándose en unos gráficos que dicen ob­tener del Satélite Copérnicus, se empeña en afirmar que algunas casas recientemente ase­guradas se destruyeron antes de los famosos 7 días, a pesar de que los dueños tienen pruebas de que las casas todavía seguían en pie».

Ficha elaborada por Copernicus con las propiedades afectadas, ya en los últimos días de la erupción de 2021.

Otro daño evitable que constata Susana Lasvignes tiene que ver con la fecha de vi­gencia de la póliza, pues, según expone en el libro, «hay personas que contrataron el seguro un día y este no se dio de alta hasta días después, con lo que, aunque su casa haya aguantado 7 días, si ha sido destruida el día 8 o 9, tampoco queda cubierta; y  así nos encontramos víctimas de una mis­ma situación, pero con suertes y tratamientos muy diferentes».

«La desinformación, destructiva como un volcán»

Esta psicóloga enmarca este problema en la «desinformación tan destructiva como el propio volcán» que sufrieron los damnificados, al no tener un servicio de imágenes actualizadas que  les informara día a día sobre el estado de sus propiedades. «Sin información es imposible manejar la desesperanza», reflexiona, «porque, aunque sea la peor de las noticias, saber que la casa ha desaparecido permite comenzar el duelo». De modo que «nadie entiende porqué las autoridades no permitieron el acceso de drones a las zonas de las propie­dades para conocer su estado».

«Cualquier estudiante de primero de Psicología sabe que la incertidumbre es sinónimo de ansiedad, ¿de verdad nadie ha tenido esto en cuenta? Y es así como se revictimiza a la víctima. Se la humilla, se la aparta, no se cuenta con ella, se la invisibiliza… Y vuelve a desaparecer», concluye su reflexión esta psicóloga.

Indefensión de afectados ante otros posibles fallos de Copernicus

Vista de la zona afectada por la erupción, desde Tacante.

Todo ellos explica la indefensión en que se se sintieron afectados que vieron cómo todo quedaba en manos de una imagen de satélite y de un sistema de identificación de las viviendas dañadas que, como atestiguan algunas personas damnificadas, no era infalible.

De ahí que algunas fuentes jurídicas consultadas por EL VALLE hayan indicado que, si se constatara que el método utilizado por el Consorcio de Seguros, basado en las fotos de Copérnicus, pudo fallar en algunos casos, como apuntan los testimonios relatados, estaríamos en ese supuesto en un agravio comparativo con quienes no dispusieron de imágenes aéreas y no pudieron defenderse. Es decir, se abriría la duda razonable de si en otros casos el satélite Copérnicus pudiera no haber sido suficiente prueba para quitar o no el derecho a una indemnización a un asegurado. Estas mismas fuentes jurídicas creen que esto llevaría a cuestionar el método utilizado, que podría caer como un castillo de naipes.

Porque realmente, como hay que insistir una y otra vez, no existía un servicio de drones que de manera sistemática fotografiara periódicamente la zona de exclusión para que toda la población afectada tuviera la misma garantía de contar con esa prueba además de la que se basaba en Copérnicus. Lo que había eran algunas empresas a las que en ciertas ocasiones se les permitió volar sobre las coladas.

La necesidad de un servicio de drones para afectados por catástrofes

I LOVE THE WORLD.

«Los drones para estos casos eran de obligada acción y no se usaron, solo para las televisiones, para los científicos pero ninguno oficialmente para la población y eso que yo lo repetí una y otra vez», se queja el fotógrafo Alfonso Escalero, quien defiende que en toda catástrofe de este tipo debe  darse ese servicio público para aliviar la incertidumbre de las personas evacuadas acerca de la suerte que corren sus propiedades y darles seguridad jurídica para cuestiones como la que se abordan en este reportaje.

En el número de la revista del CCS, Consorseguros, publicado el otoño de 2021, aparece un artículo dedicado a la gestión de este organismo ante esta colosal catástrofe natural. Y se apuntaba que «otra novedad impuesta por las circunstancias ha sido la imposibilidad, en la mayoría de los casos, para los peritos de visitar los riesgos siniestrados, al ser imposible el acceso por obvias razones de seguridad, dada la incesante superposición de coladas de lava».

«De este modo», señala el Consorcio, «ha sido necesario recurrir al cruce entre la información recogida por satélite, por vuelos de dron y su sobreimposición sobre la cartografía catastral para la identificación de fincas y la constatación, en la mayor parte de los casos, de la pérdida total» .

Sin embargo, cuando este organismo estatal menciona «vuelos de dron», en realidad no debe entenderse que había un servicio de drones que grabara todos los días el conjunto de la zona afectada, de manera que se garantizara de manera fehaciente el acceso por igual de todos los afectados a estas imágenes durante los tres meses que duró el proceso eruptivo. Más bien este reportaje se concluye que lo que ocurrió fue todo lo contrario.


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