El descontento de muchos damnificados de la erupción volcánica es público y notorio por no haber sido evacuados antes de la erupción para por lo menos salvar enseres y evitar el riesgo que corrieron sus vidas. En las redes sociales, los científicos son blanco de esas críticas, a veces subidas de tono, y, en el caso del vulcanólogo del INVOLCAN Luca D’Auria, lo ha elevado todavía más, tachando a una afectada de «mocosa malcriada» y «cretina», además de espetarle «búscate un psiquiatra», mientras que a un vecino de Las Manchas que le aseguró haber sentido sismos un mes, este científico le preguntó: «¿Tiene usted un sismógrafo pegado en el culo?».
Una forma de expresarse que, a juicio de personas afectadas por la erupción, resulta poco apropiada de un miembro de una institución científica. Sin embargo, D’Auria se justifica por aquello del ojo por ojo y el diente por diente: “Si alguien me ofende, insulta o me difama yo respondo a tono. Así funcionan los medios sociales, mi niña”, replica a las críticas, dejando a un lado por momentos en esta estrategia defensiva la argumentación y la información científica.
Esta bronca, en la que el experto italiano en algún momento es tachado de «mentecato soez», ocurrió en los comentarios a un post publicado en la página del Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN) sobre una tesis doctoral bajo la supervisión del propio Luca D’Auria que acaba de ser publicado en la revista científica internacional Scientific Reports.
«Si desde 2017 no se tomó ninguna, acción, culpa de los políticos»
A lo largo de este rifirrafe en la citada red social, el científico de INVOLCAN dejó algunos llamativos comentarios referidos a la prevención que debieron hacer las autoridades para que la erupción no cogiera tan de improviso a la gente. Así, tras ser criticado porque no se avisara antes a la población, D’Auria afirma que «en el año 2017 se comunicó que había movimiento de magma por debajo dela isla» y que «si no se tomó ninguna acción fue por culpa de los políticos que USTEDES votaron».
Es decir, de sus palabras se puede concluir que, en efecto, al menos para este investigador de las entrañas palmeras, las autoridades debieron haber tomado alguna medida desde hace tiempo sobre esta reactivación volcánica en Cumbre Vieja, aunque no se concreta en la conversación cuáles, si hacer o mejorar seguros de propiedades, planificar los usos del territorio o preparar concienzudos planes de protección civil. Son tres necesidades que pueden considerarse moralejas de esta catástrofe.
Además, Luca D’Auria insiste en que “no son los científicos los que tenían que avisar” a la población del riesgo volcánico, sino los políticos.
La población afectada desconoce las actas y grabaciones del PEVOLCA
Lo cierto es que entre los afectados por la peor catástrofe del último siglo en Europa se produce una total indefensión a la hora de poder formarse una opinión exacta sobre cómo se tomó la decisión de no evacuarlos el aciago día en que la tierra se abrió en Cabeza de Vaca. El motivo no es otro que la negativa del Gobierno de Canarias -en la reciente pasada legislatura- a publicar las actas y las grabaciones de las reuniones del comité científico y el comité director del Plan de Emergencias Volcánicas (PEVOLCA).
Es decir, no se sabe cuál fue el criterio de cada una de las instituciones científicas que integraban ese órgano asesor, al menos en los días y horas previos al desastre, y solo se han podido conocer detalles parciales, que no resuelven la incógnita, por declaraciones públicas de algunos de sus miembros. Así, por ejemplo, la director del Instituto Geográfico Nacional (IGN), afirmó en el Parlamento canario que hubo división de opiniones entre quienes pensaban que la erupción podría comenzar “en horas” o “en días”.
De ser así, muchos afectados se preguntan por qué las autoridades optaron por el plazo mayor y no el menor, que fue por el que la naturaleza se decantó dos horas después de la rueda de prensa ofrecida por el entonces presidente del Cabildo, Mariano Hernández Zapata, en la que anunció que el semáforo de riesgo volcánico continuaba en amarillo y no se subía a naranja, que es el que establece el PEVOLCA cuando una erupción es “inminente” y se debe evacuar a toda la población en riesgo.
La polémica decisión de no evacuar a toda la población antes de la catástrofe
En todo caso, tampoco se ha aclarado por qué si el informe del comité científico recomendó el 19 de septiembre de 2021 al mediodía desalojar a la población en riesgo (incluso de El Paraíso, la el núcleo más próximo al lugar en que comenzó el proceso eruptivo), las autoridades solo optaron por evacuar a unas decenas de personas con movilidad reducida, quedando el resto de la gente en sus casas mientras se le transmitía un mensaje de tranquilidad y confianza en que se les avisaría con tiempo aplicando el elemental principio de precaución. No fue así: los habitantes de la zona tuvieron que salir corriendo con lo puesto.
En la crispada conversación de Facebook, D’Auria insiste en que la sociedad debe hacerle caso a instituciones especializadas en el estudio de estos fenómenos geológicos y los expertos que, como él, llevan 25 años de vulcanólogo, “cuando todavía no existía Instagram para mostrar lo guapa que eres”, le replica a una interlocutora de Facebook.
La ética tras un plan preventivo que falló en el momento clave
Otra de las quejas insistentes de muchos afectados tiene que ver con la ética, pues la han echado en falta en ciertas conductas de científicos y políticos, entre los que observan que se ha impuesto el pensamiento único y la protección mutua en torno a la idea de que todo salió a la perfección y que gracias al operativo de emergencias no murió nadie en el momento de iniciarse la erupción. El exceso de propaganda y de actos de autobombo de las Administraciones públicas en la comunicación institucional durante y después de la erupción es otra de las protestas de los damnificados.
Pues bien, frente al criterio de las principales asociaciones de afectados, para las cuales fue una pura suerte o un milagro que no hubiera fallecidos al inicio de la erupción y un grave error no desalojar a los habitantes antes de ese peligrosísimo fenómeno geológico, Luca D’Auria no duda en sostener que gracias a la investigación científica no ha habido fallecidos (se sobreentiende que en ese momento inicial, pues tiempo después sí moriría por los gases un vecino que fue a limpiar cenizas a la zona de exclusión, con autorización, más las posibles muertes vinculadas por efectos de la contaminación atmosférica por gases y partículas volcánicas, cuestión esta que está en investigación, y sobre la que llama la atención un anormal aumento de mortalidad en La Palma, reflejado en los datos publicados por el INE, durante los tres meses de la erupción con respecto al resto de Canarias).
D’Auria: «El terremoto con 3.000 muertos en Italia sí fue una tragedia de verdad»
El vulcanólogo de INVOLCAN niega además, no sin sarcasmo, que su conducta haya sido insensible con los afectados: “Si quieres te puedo aconsejar mi psiquiatra, al cual tuve que recurrir después del estrés emocional que me causó atender a la emergencia volcánica en La Palma”, replica a una interviniente en la conversación.
Pero D’Auria va más allá y no está de acuerdo con la afirmación de que en la erupción de La Palma la gente lo perdió todo, porque aún “tienen sus vidas”. Como contrapunto puso lo que para él sí es “una tragedia de verdad” en la que fallecieron 3.000 personas y decenas de miles perdieron sus casas”, en alusión a un terremoto en Italia. “Avergüenzate, mocosa”, termina esta reflexión dirigiéndose a la otra persona.
