LA MUERTE (AUSENTE) EN PUERTO NAOS Y LA BOMBILLA

ARTÍCULO DE OPINIÓN

FRANCISCO JOSÉ RODRÍGUEZ PULIDO, profesor jubilado de Física y Química, licenciado en Química y Pedagogía

Me dirigía a Puerto Naos por una nueva ruta, acompañado de mi amigo Pablo, quien conducía. La última vez que estuve en Puerto Naos, entonces nada hacía presagiar que aquella sería la última vez que vería la Iglesia de Todoque. Llegamos al semáforo de La Laguna, que ya no estaba y, después de subir una pequeña cuesta, frente a nosotros, un paisaje de tonos negros, vallas, conos, máquinas retroexcavadoras… Atravesamos el angosto camino. A veces estrecho, otras tan ancho como una autopista. Es la nueva carretera, desde La Laguna a Las Norias. Veía el paisaje a ambos lados y parecía que mis ojos estaban ciegos de tanto negro. De vez en cuando, más máquinas, camiones, bolsas de cal, trabajadores… En algún instante, veo algunos “oasis”. Son casas aisladas, muchas inhabitables, según comentan. Parecía que nadaban en aguas oscuras congeladas.

Llegamos donde está el restaurante de Las Norias, y ahora tengo la impresión de que hemos atravesado un túnel del tiempo. Esta carretera ya es muy familiar. Palmeras a ambos lados. El Club de Tenis en la curva, a la izquierda. Y al doblar la siguiente curva, Las Hoyas. El paisaje verde y plata ya no es tan verde ni tan plata. Al llegar al mirador de La Muralla nos detenemos. Hacemos algunas fotografías. Observo con alguna lágrima como aparece anti mí una imagen que desde un año estaba congelada en mi retina. Observo, pienso y pienso. Luego, miro La Bombilla. Observo y digo a Pablo, yo “veo” el mismo aire que respiramos aquí, sin esos “gases”. Es verano, y apetece un baño, pero no podremos llegar al mar. No podremos abrazar las olas que, hoy, llegan a la playa de Puerto Naos como un remanso, domesticadas ante la ausencia humana.

Francisco Pulido, con Puerto Naos al fondo.

Los políticos y los científicos, o quizás primero, los científicos, han dicho que no se puede vivir en Puerto Naos y La Bombilla. Son núcleos desalojados.  “Hay gases incompatibles con la vida”, es el mantra que te repiten una y otra vez. Pero, ahora hace algunos meses que no hablan mucho de los “gases”.  Después de casi un año sin vecinos y sin vecinas, son pueblos fantasmas. Los políticos del Cabildo llevan tiempo callados, pero yo creo que tienen “temblores”. Posiblemente sean temblores distónicos. Están callados, pero cada vez que les nombran Puerto Naos y La Bombilla, aparecen movimientos musculares retorcidos y repetitivos, que pretenden ocultar. Entonces, se les nota. Yo estoy convencido que esa distonía del presidente del Cabildo, la alcaldesa de Los Llanos de Aridane y muchos más políticos, es crónica. Incluso se le nota al presidente Ángel Víctor Torres, cada vez que viene a La Palma. Y la peor, la más disimulada, es la del presidente Sánchez. Ya ha venido diez veces a La Palma en menos de un año. “Esos temblores son por el miedo y al pavor que tienen a que suceda algún incidente o percance que afecte a la salud de quienes acedan a Puerto Naos y La Bombilla”, le digo a Pablo. Quieren mantener su historial de la emergencia intacto. Como excusa, el miedo lo convierten en prohibición.

Le digo a Pablo: “no tengo bañador, pero nos podemos colar y darnos un chapuzón”. “O, aunque solo para sentarnos en la arena, junto al mar”. En ese momento, pienso en Gustav von Aschenbach, el escritor protagonista de la novela de Thomas Mann La Muerte en Venecia, quien, buscando renovar la inspiración perdida, va de Múnich a Venecia. Pero su convencional moral cede ante la belleza. Es la belleza de un adolescente, Tadzio. Visconti hizo una adaptación al cine memorable. Gustav pasaba los días ajeno a “gases” invisibles que empezaron a sembrar la muerte. Era el cólera. En la playa, sentado en la hamaca, admiraba a Tadzio. Yo ahora quisiera ser Gustav y admirar en primera línea la belleza de la playa de Puerto Naos.

Subimos al coche y bajamos a Puerto Naos. Pasamos la rotonda. A nuestra derecha, vallas. Pablo tiene la idea de bajar por el camino que va al hotel. Nos detenemos ante una valla. Y un gran cartel doble dice, ¡Peligro! Asfixia por CO2”. Y con un carabela dentro de un triángulo amarillo. Le recuerdo a Pablo: “tú perdiste tu casa, tu finca, tu trabajo de años, enterrado bajo la lava; y otros, con casa, y no pueden habitarla desde hace casi un año”. Es de la peor de las malicias, insensibilidad ante el dolor. Es la paradoja de una emergencia, que desde finales de enero mantienen en amarillo. Así fue, primero del amarillo al rojo, en una semana; después, del rojo al amarillo, en poco más de un mes. Nunca hemos estado en naranja. La pandemia nos confinó en casa. Ahora, unos “gases” te expulsan de casa. Seguramente, como pasó con el estado de alarma, se están vulnerando los derechos fundamentales de las personas. Y la gente sufre, mantiene el dolor, la angustia, la rabia…, por las pérdidas. ¡La depresión…! Y lo llaman resiliencia del palmero. Qué ironía.

Francisco Pulido, en el mirador de La Muralla.

Ahora, hablo en voz alta, con Pablo. Le cuento la historia de Gustav y Tadzio. Entonces, en Venecia apareció la muerte. Pero no hubo evacuación. No era obligatoria. De hecho, las autoridades ocultaban la epidemia, la peste. Gustav y Tadzio seguían en Venencia ajenos a la muerte. Sin embargo, aquí, en Puerto Naos y La Bombilla hemos tenido una evacuación forzada, un desalojo obligatorio, sin fecha de retorno. Tras estas decisiones de prohibición debe haber mucha oscuridad. Le digo a Pablo: “Estoy convencido de que nos ocultan datos, no nos dicen toda la verdad”. En Puerto Naos y La Bombilla la muerte ha estado ausente, y seguirá ausente. Habrá que desenmascarar a los políticos y los técnicos del volcán. Porque esto parece una ciencia al servicio de los intereses políticos. Sin embargo, todo son medallas. Se jactan de que la evacuación y la emergencia fue modélica. Además, con una sonrisa, nos dicen que no murió nadie. ¡Hipocresía…!  Aun no nos han dicho de qué murió Julio, el vecino que un día, en plena ebullición del volcán, fue a limpiar cenizas en la casa de Las Manchas. ¿Pero, es que acaso no cuentan tampoco las muertes silenciosas? Resulta que en La Palma ha habido casi un 40 % más de fallecimientos durante los tres meses del volcán. Nunca han pedido perdón. Ni los políticos ni la ciencia institucional. Nunca han hecho autocrítica.

Gustav dejó su vida en Venecia, en la playa, admirando la belleza de Tadzio. No llegó a recuperar la inspiración de escritor. En Venecia la muerte se hizo presente en las calles. Le digo a Pablo que yo podría ser un nuevo Gustav, pero con inspiración. Seré su alter ego, superviviente de la emergencia, y escribiré todas las contradicciones que se esconde tras este desalojo. Diré todo lo que sé de los gases, del CO2. Yo personalmente he vivido durante meses el dolor, la angustia, la ansiedad, la depresión…, por las pérdidas de mi querida madre y mi amada esposa. Un dolor que me acobardó cuando erupcionó Tajogaite. Pero mi dolor madura y aprende. Me ha ayudado a entender el dolor que tantas personas del Valle de Aridane viven todavía. Son tantos y tantas personas las que han perdido sus tierras, su casa, su hogar, su identidad… Yo también perdí un trocito, en el cementerio de Las Manchas. Seré Gustav, en modo ciencia, y pondré mis “armas”, la pasión por la Química, y les diré todo lo que sé de esos “gases” que dicen incompatibles con la vida.

Antes de volver a subir, quise atreverme a cruzar la valla. Lo hice, a pesar del candado. Gracias a mi delgadez, me colé por un lateral. Seremos cautos, pero me haré una foto, detrás de la valla. No habían pasado dos minutos aparecieron dos hombres en un coche. Uno de ellos se bajó nervioso, abrió el candado de la valla, y sin decirme nada, yo educadamente volví a la zona “buena”. Al mismo tiempo le preguntaba: “¿Aquí no hay gases?”. No sé por qué, pero me respondió. “No pasan de 400”. Al cerrar la valla nos preguntó: ¿no habrán hecho fotos? Es que si las difunden me cuesta el puesto.

De vuelta a Los Llanos, mientras subíamos, le comentaba a Pablo que no hay problemas de gases en Puerto Naos y La Bombilla. Sin duda, no niego que haya un problema, pero es de un único gas, el dióxido de carbono. El mismo gas que respiramos en una atmósfera que la contiene en 400 ppm (partes por millón). El CO2 no siquiera está en el listado de gases letales de la OMS. No es un indicador de la calidad del aire exterior. Es el mismo gas que tanto preocupa, por las emisiones antropogénicas, que han aumentado tanto que es el causante del calentamiento global junto al metano. Además, cuando espiramos, el aire contiene un 5,5% de CO2 (55.000 ppm). De lo que realmente nos deben informar es de la calidad del aire en atención al oxígeno que contiene. En nuestra atmósfera hay un 21% de oxígeno, y se puede vivir con un 19,5% en volumen. Deberían estar hablando de esto. Además, este problema debería ser un asunto de Salud Pública, no de vulcanólogos. Sin embargo, nos atemorizan con la estrategia del miedo, algo muy peligrosa para la democracia.

En los siguientes días, publiqué mi primer artículo, “Temblores en Puerto Naos y La Bombilla: no nos dicen toda la verdad”. No pensaba publicarlo en la prensa digital; pero, al leerlo un amigo, me dijo que debía enviarlo. Así lo hice. Quedé sorprendido, pues estaba causando un gran impacto. Sin embargo, a pesar del sarcasmo, ni políticos ni científicos se dieron por aludidos. Como ya apunté en ese artículo, haría un segundo con rigor científico, desentrañando el misterio de los datos y la realidad en otras zonas con emisiones difusas de CO2.

Escribí el segundo artículo, más atrevido y directo, Esta vez había que desmenuzar la información de la ciencia. Lo denominé “La servidumbre de la ciencia institucional: los gases en Puerto Naos y La Bombilla”. La servidumbre de la ciencia es un tema que en cuestiones polémicas siempre se ha hablado. El volcán de Cumbre Vieja, como se denominó durante la erupción, no podía estar exenta de ello. Fue una catástrofe de cuyos datos no es necesario recordar ahora. Al final, como ya comenté, los políticos dijeron que había sido una gestión “modélica”. Sin embargo, sin pretender exagerar, creo que el volcán hubiese actuado igual sin políticos y científicos. El PEVOLCA, por ley, era el órgano encargado de la gestión de los riesgos volcánicos. Creo, sinceramente que, a veces, era tanto el celo, que dejaron en el olvido a los palmeros y palmeras del Valle de Aridane.

A La Palma vinieron más de 500 científicos. Ahora, quedan los científicos institucionales. Y nos vamos danto cuenta que sus servicios no han sido tan maravillosos como nos los contaron. El volcán para geólogos, vulcanólogos y otras áreas de las Ciencias de la Tierra, había sido un excelente laboratorio en vivo. Pero hay cosas que aún no están claras, como el paso de amarillo a rojo, después de la erupción del volcán. Lo sabían desde hace meses, incluso desde los enjambres de 2017. Estudios de geodesia, deformaciones, gravimetría y emisiones de gases evidenciaban que ya había una intrusión magmática. La polémica sobre la predicción del lugar y el tiempo de la erupción persiste, y algún día saldrá a la luz la verdad.

Puerto Naos. / I LOVE THE WORLD

La servidumbre para mí es evidente. La ciencia institucional oculta datos y solo atiende a los intereses de la gestión política. Me pongo a investigar, horas y horas, incontables. Trato de indagar con rigor, acudiendo a fuentes científicas. Y cada vez lo veo más claro. Con el “Google Scholar”, un buscador de artículos científicos, pongo solo la etiqueta “Cumbre Vieja” y descubro 370 publicaciones desde enero de 2021 hasta la actualidad. Selecciono las que hacen referencia a los gases volcánicos, y obtengo más de un centenar solo en el año 2022. Y solo encuentro una publicación que trata de los gases en Puerto Naos y La Bombilla. titulada “Evaluación de la peligrosidad del gas en las zonas habitadas de Puerto Naos y La Bombilla, volcán Cumbre Vieja, La Palma, Islas Canarias”, firmada por diez personas, ocho de ellas, de INVOLCAN. Fue presentada en Congreso de EGU (Unión Europea de Geociencias) celebrado entre los días 23 y 27 de mayo en Viena, donde se presentaron más de 40 comunicaciones sobre el volcán Tajogaite.

El segundo artículo ya constituía un reto a la ambigüedad del trabajo de la ciencia institucional. Sobre todo, INVOLCAN e IGN. El rigor de la única publicación es sin duda cuestionable. De las trampas alcalinas ya no sabemos nada. De las 15 balizas apenas sabemos, pues en la web el Cabildo de riesgo volcánico no hay información directa desde hace bastantes semanas. El IGN coloca diez nuevos sensores, según ellos, de tecnología avanzada. Pues tampoco sabemos nada de las mediciones. La ciencia institucional no responde. El vacío informativo.

Si yo fuera Gustav estaría en la playa de Puerto Naos, en una cómoda hamaca. Ajeno a la enésima promesa del presidente Sánchez. Vuelve a la isla con tres millones de euros para “la instalación de una red de vigilancia, medida y control de gases”. Y los palmeros nos quedamos sin capacidad de respuesta. Nos ignoran, hasta para decidir el lugar donde ubicar el Centro Vulcanológico Nacional. Es lo único que parece preocuparle al Sr Nemesio, que se atreve a replicar al Presidente del Cabildo. Ciencia y política, o política y ciencia, juegan un partido de tenis donde el partido está amañado.

Gustav seguiría en Venecia, ajeno a la muerte. Como yo, estaría en la playa de Puerto Naos, donde la muertes siguen ausentes. Ambigüedades y estrategia del miedo es lo que creen que les funciona. No hay cólera en Puerto Naos y La Bombilla. Yo quiero ver a mi Tadzio, la playa, el mar, la avenida… La playa donde he pasado momentos maravillosos. Donde busqué mi primer amor. La playa en la que con cinco años casi me pierdo. Un domingo de los años sesenta, bulliciosa, mi madre desesperada me busca, Pregunta aquí y allá, camina, se angustia. Pero yo estaba allí, ajeno a todo. Simplemente, había mucha gente. Y ahora, vacía, como un desierto negro y azul, nos dicen que hay gases y no saben decirnos cuáles son los límites seguros.

¿Hay algún lugar del mundo donde las emisiones difusas de CO2 impidan la vida? Empiezo a indagar. Ni en el bello pueblo de Furnas, en Azores, a pesar de encontrarse concentraciones del 10 al 15% en interiores. Eso son 150.000 ppm. En Furnas hay risas, fumarolas, olores azufrados, piscinas termales… En Furnas vive la gente. Y en la comunidad de Cava dei Selci, en Italia, cerca de Roma, también. Gustav, a lo mejor hubiese dejado Venecia y en Cava dei Selci, junto al Lago Albano, hubiese encontrado la inspiración. En este lugar, durante un monitoreo de más de veinte años, solo se ha muerto una persona, y por entrar en un pozo. Y en las antípodas, en Rotorúa, donde hay una comunidad maorí destacada. Otro lugar lleno de colores, olores, gases, lagos, como el Champagne -de hecho, se llama así-.  Edificios construidos sobre una zona geotérmica,

La ciencia es la mayor empresa colectiva de la humanidad. La ciencia siempre ha ofrecido soluciones para los desafíos de la vida cotidiana. Entonces, esa ciencia diría que sí, que la vida puede volver a Puerto Naos, a La Bombilla, a la renacida playa de Los Guirres, El Charcón…  Yo, como Gustav, vería a Tadzio con sus juegos en la playa, su nueva casaca marinera… Se hospedaría en el Hotel Sol, emulando al Hotel Bader. Entonces creo que Gustav soy yo. Y Tadzio es ese amor ahora inalcanzable por las vallas.

Sigo escribiendo. La inspiración la encuentro en mi pueblo, en sus angustias y en sus ansiedades. En el Tadzio que nadie, o casi nadie, puede acercarse. Solo trabajadores, guardas, y algún vecino que consiga superar la prueba del QR. ¡Maldita la arrogancia, el orgullo y la prepotencia, de políticos y científicos! INVOLCAN, de repente empieza a publicar en las redes. Creo que se han picado. Les replico a cada post que ponen. ¿Quién escribe? Gustav nunca pudo escribirle a Tadzio. Yo me atrevo, sin dudarlo, a cuestionarles todo lo que publican. Y se enfadan, y pierden los papeles. Anónimamente, me desprecian, les crece el orgullo, la prepotencia y la arrogancia. Te dicen, “cuántas publicaciones tienes tú para atreverte a valorar nuestro trabajo”. Le cuestiono la coherencia de datos. Los mapas de dispersión pretenden espantarnos de la Playa Chica. Ni que el Roque ahora fuese un monstruo. Publican datos de las trampas alcalinas, pero no sabemos ni de cuándo son, ni su consistencia, porque la impresión es que ya no funcionan. ¿Cómo puede “alguien” usar una institución – INVOLCAN- para dar una opinión personal? Eso es una secta. El líder decide todo, el líder habla, los demás callan.

El Comité Científico emite un informe. En un folio lo explica todo. Pero el Comité Científico no es Dios. Mientras, los políticos de una cosa que llaman PEINPAL callan, mandas comunicados por debajo de la puerta. Los temblores distónicos son más fuertes. Ahora me dan la razón. Ya no hablan de gases. Ahora dicen que tengo razón, cuando digo que solo hay un problema de un único gas, el dióxido de carbono. Les reprocho el informe. Les respondo en un artículo de opinión. Empiezan las censuras en algún medio digital. No me van a asustar. Tadzio no sabía de informes. Ni el Tadzio actual tampoco. Ni de las soberbias. Tadzio solo es bello. Y lo confirman, no hay problemas de gases en el ambiente exterior. ¿Por qué sigue la pesadilla? Parece que las balizas funcionan, milagrosamente, porque te sacan cifras. No seré tan ingenuo. Son valores genéricos, y creo que son del pasado. ¿Dónde están los datos de los interiores de la viviendas? Y siguen empeñados en asustarnos con valores “incompatibles con la vida”, dicen, que han sido tomados al pie de garajes y edificaciones. Yo, convencido, les sigo cuestionando la información y la falta de rigor.

El cólera indio, la peste que asolaba Venecia, había navegado en barcos y llegó a Venecia. ¿De dónde viene el CO2 en Puerto Naos? Se enfadan. Te sacan una gráfica bruta y te dicen que es volcánico. Sigo cuestionado la información. ¿Seguro que no hay un origen biogénico y ambiental del CO2? Los saneamientos, las cloacas y pozos hacen meses que ni se tocan. Están secos. No ha habido tantas lluvias. En los veranos pasado, la estación de tratamiento (EDAD) no soporta el volumen que se genera. Los políticos, los de entonces y los de ahorra no han sabido construir una nueva estación que llevan pregonando desde hace años.

La muerte en Venecia es una historia de lo que significa enamorarse. De las emociones que crecen en un hombre adulto que se enamora de un adolescente. Tadzio fue inalcanzable para Gustav. Gente de Puerto Naos y La Bombilla, y del Valle también, están enamorados de esos rincones. Aunque lo critiquen, por su urbanismo cerrado, de calles estrechas. Aunque algunos hablen mal La Bombilla, ese núcleo que nació, como quien dice, con casetas hechas de cartón piedra, desordenado y bellamente caótico, con sus calles de arena y grava. Es nuestra identidad. Y este amor hacia Puerto Naos y La Bombilla debe ser correspondido. Volver a abrazar las olas, los susurros de la brisa, los crepúsculos infinitos…, y la Luna. Una vez, con quince años, acabé en la rocosa playa de La Bombilla admirando y besando la Luna llena. ¡Luna, Signorina! Fue mi primera borrachera. Y precisamente, en La Bombilla.

Amamos y queremos nuestra tierra. Esa que la lava vistió para siempre de luto. La que verdea nuestro litoral. Los baños de la infancia y la juventud en el Muellito, los besos en la playa, la música, las conversaciones… ¡Y la fiesta del agua! Esa agua que purifica Puerto Naos. Y La Bombilla atrapará para siempre la Luna y regará de luz ese pueblito, partido por una falsa frontera que divide a Tazacorte y Los Llanos de Aridane.

Soy Gustav. Su alter ego, el que no murió en Venecia, el que ha encontrado la inspiración. El que escribe porque quiere a su gente. No el Gustav, que salió de la calle del Príncipe Regente, en Múnich, sino el que salió de la calle Armas, en Argual, para redescubrir la belleza del nuevo Tadzio, Puerto Naos y La Bombilla y el aprecio por Porque, aquí la muerte está ausente.

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