Dos químicos recogen firmas en internet por «una ciencia ética en favor de los afectados por el volcán»

Los químicos y profesores jubilados en esta materia Francisco Rodríguez Pulido y Julio Muñiz Padilla han abierto en la plataforma digital Change.org una recogida de firmas para un Manifiesto por una ciencia ética en favor de afectados por el volcán de La Palma. Se unen así al llamamiento de participar este 13 de diciembre en la iniciativa denominada Media hora por La Palma, con la que se pretende promover los valores de la empatía, la solidaridad y la tolerancia, así como recordar que la catástrofe volcánica no ha terminado para la población damnificada, un año después de acabado el fenómeno eruptivo.

En el texto de la petición en Change.org, que se puede firmar en el siguiente enlace: https://chng.it/HsGRvMkr, ambos científicos hacen un «llamamiento, abierto a todas aquellas personas que lo desean suscribir, surge por la necesidad de lograr una implicación activa, empática y solidaria de la comunidad científica, que permita, de manera individual o colectiva, una mayor implicación en la búsqueda de soluciones a todas las personas afectadas por el volcán Tajogaite».

Carteles advirtiendo de gases en Puerto Naos.

Para ambos expertos, «un año después, son miles las personas que han visto empeorado sus condiciones de vida y bienestar; bien de manera directa, debido a que  su patrimonio, sus viviendas o sus fincas han sido sepultadas por las coladas de lava o toneladas de tefra; o aquellas otras a las que se les impide volver a sus casas, por considerarlas zonas de exclusión sin argumentos científicos de rigor, como son los núcleos de Puerto Naos y La Bombilla, o núcleos aislados y próximos al cono«.

Este manifiesto es también «una demanda a las administraciones implicadas, desde los ayuntamientos, el Cabildo de La Palma y los gobiernos canario y español, para que las decisiones que han adoptado se corrijan y en el futuro, tengan como prioridad las opiniones y deseos de las personas afectadas, atendiendo a dictámenes científicos independientes».

Una de las reuniones del Comité Director del PEVOLCA durante la erupción volcánica.

Tanto Pulido como Muñiz denuncian las normas de funcionamiento  del Comité Científico de Evaluación y Seguimiento (CCES) del Plan de Emergencias Volcánicas (PEVOLCA), pues sus miembros deben firmar una declaración jurada comprometiéndose a no utilizar la información aportada por las diferentes entidades que forman parte de este foro científico para para cualquier fin (investigación, etc.) que no tenga relación exclusiva con el asesoramiento a la dirección política de la emergencia. Unas limitaciones, que, para los promotores del manifiesto, «son contrarias a los principios éticos de la ciencia, ya que, a pesar de manifestar que el gabinete de información del PEVOLCA no impedirá las declaraciones y relaciones de los miembros con la ciudadanía, estas están supeditadas a que siempre la información que se transmita sea consensuada en el seno de las reuniones”.

Para los dos químicos, y tal cual exponen en el manifiesto, «el CCES y, por tanto, el PEVOLCA, adoptan decisiones que, no solo restringen la libertad de expresión, sino que, embarcadas en un mar de contradicciones, no han ayudado a que la ciencia y la gestión política tengan como prioridad el bienestar y la salud física y mental de la sociedad del Valle de Aridane».

La carretera sobre la nueva fajana para instalar la tubería de agua. / JRHG DRON

«La intervención sobre las coladas o en la fajana», argumentan, «se han amparado en una dudosa declaración de emergencia in eternis, llegando a la realización de proyectos y obras innecesarias, como el embarcadero de La Bombilla o la vía de El Remo-La Zamora, o el oscuro e interesado cierre de Puerto Naos y La Bombilla; mientras se siguen haciendo promociones turísticas y enviando comunicados que potencian los miedos y las angustias de la población, o viendo como la inhibición y el silencio de los responsables de sanidad impiden la vuelta a la vida, en la costa y en El Valle».

Los firmantes de esta iniciativa consideran que «la ciencia y la política, más allá de las medallas y la autocomplacencia, ante unos hechos que han sido una catástrofe, necesita asentarse en la autocrítica y la reflexión abierta;  tiene que ser rigurosa y contribuir a la búsqueda de soluciones, por lo que es necesario que las ciencias y el conocimiento ejerzan una contribución positiva, vertebrada sobre principios de solidaridad y ética pues la angustia, la ansiedad, la depresión y el dolor de miles de personas del Valle de Aridane no puede estar condicionada por intereses o enfrentamientos entre científicos».

Científico del IGN tomando muestras de gases en las proximidades de los centros de emisión más antiguos del volcán. / FOTO: IGN

En el manifiesto se destaca que durante  la erupción fueron decenas y decenas de científicos quienes convirtieron a La Palma en el laboratorio de sus proyectos e investigaciones, pero «la mayoría ahora está callada o veces se pronuncia usando un lenguaje que causa temores y aún más ansiedad en una población que no vive con tranquilidad, como ocurre con la gestión sobre las emanaciones de los gases en la costa, o la alarma sobre las temperaturas de las coladas».

Ponen de relieve Rodríguez Pulido y Muñiz que «la catástrofe natural existió, y su alcance no fue impedido por ninguna actuación de la emergencia; ni siquiera el autobombo de que no hubo muertes justifica ninguna medalla, ya que nunca en las erupciones históricas de Canarias de mayor impacto (Timanfaya, Garachico, San Juan, Teneguía o Tagoro) hubo muertes, más allá de algunos casos muy puntuales».

Técnicos de INVOLCAN midiendo gases en Puerto Naos.

Justo un año después de acabada la erupción, denuncia el manifiesto, «se vive una situación de incertidumbre, desinformación y escasa valoración de los deseos y opiniones de la población afectada: sin noticias de lo que pasará con sus propiedades, cubiertas de lava, enterradas o aisladas en islas, o con las viviendas a las que se les niega ir a vivir; se emiten decretos, apelando a la información de los técnicos, y nunca ha habido apertura a otras opiniones u otras posiciones de la ciencia».

En este contexto «la Geoética es prioritaria, y debe ponerse en valor el componente humano, la empatía y las respuestas humanitarias; pues la soluciones de la ciencia deben ser interdisciplinares, basadas en el trabajo en equipo, la transparencia, la honestidad y la solidaridad».

Los promotores del manifiesto proponen que la ciencia aplicada en La Palma siga los consejos del astrofísico Neil DeGrasse:

«Debemos cuestionar la autoridad. Como Galileo, la ciencia puede y debe cuestionar a los gestores políticos. No se pueden justificar las decisiones amparadas en “criterios técnicos” no contrastados.

Hay que pensar por uno mismo. Ninguna idea es cierta porque alguien lo diga. En La Palma, los argumentos “científicos” nunca pueden presentarse como dogmas, ni nunca deben crear temores.

No creer solo porque queramos hacerlo, porque creer en algo no lo convierte en realidad. Si hay gases o no los hay no debe quedar en formulismos, aforismos o incertezas, por ejemplo.

Hay que demostrar las ideas con pruebas obtenidas a través de la observación, la identificación de hipótesis y la experimentación. La ciencia no se limita solamente a tomar datos de manera aséptica.

Uno puede estar equivocado. Los científicos se equivocan. Les ha pasado a los mejores. Es necesario la autocrítica y el reconocimiento de los errores. Y esto debe llevar a revisar el camino adoptado».

 

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