Consternación y muchas dudas abiertas entre los afectados del volcán tras conocer que Julio Camacho murió por los gases

La noticia de que Julio Camacho – el hombre de 72 años que falleció cuando, con autorización oficial, limpiaba durante la erupción ceniza una casa de su propiedad en El Corazoncito (El Paso)- perdió la vida por inhalación de gases ha llenado de consternación pero también de asombro e indignación a afectados por esta catástrofe, ya que no entienden por qué se ha tardado más de un año en conocerse la causa de la muerte y qué medidas de seguridad  se aplicaban entonces para evitar el peligro de las emisiones gaseosas del proceso eruptivo a los vecinos que se les permitía acceder a la zona de exclusión escoltados en el operativo de emergencias.

Lo cierto es que la autoridad judicial ha archivado la investigación penal abierta sobre este fallecimiento  tras certificarse que se produjo de manera “accidental”, por intoxicación por monóxido de carbono y sulfuro de hidrógeno, es decir, por respirar las emanaciones tóxicas del volcán palmero.

Julio Camacho, fallecido en la erupción por los gases. / FOTO PUBLICADA POR EL MUNDO

El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción numero 1 de Los Llanos de Aridane dictó en pasados días el auto que acuerda el sobreseimiento provisional y el archivo de la diligencias previas abiertas a consecuencia del hallazgo el 13 de noviembre de 2021 del cadáver en el garaje de su casa en Las Manchas.

La investigación se inició el día anterior, 12 de noviembre, cuando la familia del  fallecido denunció su desaparición, explicando que no había regresado a su domicilio tras acudir a la vivienda como parte del convoy que aquel día había accedido a la zona de exclusión para la limpieza de tejados.

El informe forense derivado de la autopsia al cadáver evidenció que la muerte se había producido por “intoxicación por monóxido de carbono y sulfuro de hidrógeno”, datando el óbito entre las 14.30 y las 18.30 horas del 12 de noviembre de 2021 y calificando la etiología de “accidental”.

La familia se quejó de que se les ocultaba información

Una sobrina del fallecido, Nieves Camacho, declaró en junio pasado a El Mundo que se les había ocultado la causa de la muerte y que no se explicaba cómo a los voluntarios del Ayuntamiento de El Paso que acompañaron a  su tío y a otros vecinos a limpiar sus casas no se cercioraron de que todos los que habían entrando ese día salían de la zona de exclusión. «Fue un gran despiste y por ese despiste pudo fallecer mi tío; queremos saber qué pasó», afirmó entonces este familiar del difunto.

Según su sobrina, Julio Camacho entró en la zona de exclusión en torno a las 8 de la mañana del día 12 de noviembre y a las 15 horas salieron todos los demás de la zona prohibida, pero no él. Su cadáver fue hallado a las 10 horas del día siguiente.

Como publicó entonces EL MUNDO, Camacho entró con autorización del Ayuntamiento de EL Paso por uno de los puntos de control de acceso establecidos en Las Manchas para sacar trastos de la casa que tenía en El Corazoncito.

Se desconoce por ahora si la familia del fallecido recurrirá el archivo de esta investigación o si emprenderá alguna otra acción legal. Pero entre los afectados de la erupción la noticia ha generado consternación, rabia, inquietud  Y una mezcla de sensaciones negativas porque muchos no comprenden la tardanza en esclarecerse esta muerte, y por qué en un primer momento se dio a entender a los medios de comunicación que se había caído el tejado y había sido sepultado por la ceniza.

Preocupación por otras posibles muertes achacables al volcán

Además, algunas personas damnificadas por esta catástrofe, así como otras no evacuadas pero residentes en el valle de Aridane, han expresado su inquietud por las consecuencias que el volcán ha podido tener en el aumento de la mortalidad en La Palma durante la erupción.

Según un informe realizado por el profesor de la Universidad Politécnica de Madrid Rafael Cascón, los datos del Instituto Nacional de Estadística actualizados hasta mayo de 2022 indican un 40% más de mortalidad en La Palma en ese periodo, frente a un alza del 15% en Canarias, con respecto a la media de defunciones del periodo 2017-2021.

Alergólogas ven insuficientes las medidas durante la erupción

Además, las alergólogas del Hospital de La Palma Zulay Almeida y Paula Jiménez afirmaron en una entrevista este año en La Palma Opina que, según su criterio profesional, no se confinó a la población del Valle de Aridane lo suficiente para evitar daños a su salud por la mala calidad del aire durante los meses del proceso eruptivo. Ambas llevan a cabo un estudio de la Sociedad Española de Alergología sobre las consecuencias de este fenómeno geológico en la salud, sostienen que debió haber confinamientos todos los días de calidad del aire extremadamente desfavorable por gases y cenizas, pero no fue así.

Por lo pronto, en los meses de actividad del volcán “se duplicaron e incluso se triplicaron” las asistencias en Urgencias por síntomas respiratorios con respecto al mes anterior de iniciarse la erupción, con un empeoramiento de síntomas en pacientes que tenían alguna enfermedad previa, así como de primeras visitas. “Venían pacientes a consulta con mucha ansiedad, y por momentos no sabían distinguir si los síntomas eran por ansiedad o por la patología respiratoria”, señalaron las dos especialistas.

Las mascarillas FPP2 no garantizaban la protección, según alergólogas

Ambas además coinciden en advertir de que las mascarillas FPP2, utilizadas contra el covid y que eran las que las autoridades recomendaron durante esta catástrofe, no protegían adecuadamente contra los gases y cenizas volcánicas.

FOTO: CONSEJERÍA DE SANIDAD

En septiembre pasado, el  Área de Salud de La Palma y la unidad de Investigación del Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria, adscritos a la Consejería de Sanidad, anunciaron que habían iniciado a toma de muestras y analíticas a las personas participantes en el estudio ISvolcan, el proyecto de investigación sobre el impacto en la salud de la población  durante la reciente erupción volcánica.

El estudio hará un seguimiento de los participantes durante los próximos cinco años. Los trabajos se desarrollan en dos fases en las que se prevé contar con la participación de alrededor de 2.700 personas de toda la Isla.

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