Buscando a Noé

ARTÍCULO DE OPINIÓN

VANESSA HERNÁNDEZ GÓMEZ

Tenía ganas de escribir una reseña solo de volcanes -estos echan lava- y otras preguntas sin respuesta. Sin duda el tema volcánico está de plena actualidad junto a un proyecto de ley de protección animal a la que se da bombo y platillo, cuyo anteproyecto prohíbe su abandono con penas de hasta 36 meses de cárcel. Pero este artículo no quiero enfocarlo sobre esta futura ley, para la que no se cuenta con el sector primario ni con los expertos.

En La Palma hay personas que creemos que nuestra relación con los animales se basa en la compañía que nos dan y su utilidad. Y si nos referimos a las personas afectadas por la erupción volcánica propietarias de animales, a día de hoy, después de 14 meses, siguen abandonados a su suerte como consecuencia de que en esta isla no se ha atendido un gran número de animales. No hay más que consultar a bastantes afectados, particulares y asociaciones de protección animal, para ver el abultado récord negativo que vamos en camino de conseguir en la etapa post volcán .

Muchas personas damnificadas por esta catástrofe han tenido que dejar atrás sus animales después de días de búsqueda y reencuentros, ya que la falta de plazas alojativas en la isla  es un problema real ya de por si para las personas, imaginemos para los animales, y la poca conciencia pet friendly de La Palma en general en cuanto a habitabilidad.

Parece que hay quien quiere convertir a los afectados propietarios de animales en culpables de esta situación y hacerles portar un hándicap en sus espaldas para lograr sobrevivir en estos tiempos. Y todo porque provienen de unas zonas rurales donde desarrollaban un estilo de vida con un patrimonio logrado con el esfuerzo de generaciones en muchos casos o que simplemente se plantearon su vida de esa manera y  lucharon para conseguir la estabilidad, los medios y desarrollar lo que habían elegido con sus animales.

Frases como «lo siento, ustedes han decidido tenerlos, no se admiten perros» se escuchan en estos casos, y se hacen diseños de viviendas de emergencia sin contemplar que van a acoger a población rural con animales de compañía, en una de las mayores catástrofes naturales de Europa y la mayor de carácter volcánico en el último siglo.

La isla se convierte así en un arca que busca a Noé desesperadamente con cada historia personal de los afectados por la erupción: perros en protectoras desbordadas; animales en casa de amigos, abandonados, en proceso de adopción, en huertas inaccesibles prestadas por el favor de amigos, en instalaciones ajenas… Una situación que ocurre en una isla donde no existe si quiera el arca “albergue insular”. Tras tantas promesas electorales políticas y reuniones desde 2010, nunca se ha llegado a hacer nada.

Ahora el volcán ha hecho más evidente la falta de este servicio insular. Está contemplado este albergue animal en el plan de reconstrucción tras esta catástrofe. ¿Cuándo será una realidad y no una mera promesa política?

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