La Asociación Tierra Bonita saluda la celebración del congreso internacional Tajogaite Conference, inaugurado este lunes 17 de noviembre en el Museo Arqueológico Benahoarita, y al mismo tiempo expresa su “profunda preocupación porque, cuatro años después nadie, en las Administraciones públicas o en la ciencia institucional, ha hecho una reflexión crítica sobre las decisiones que agravaron las consecuencias, ya de por sí catastróficas, que sufrieron las personas afectadas por la erupción volcánica de 2021.
Pese a que el congreso se presenta como un puente entre ciencia y sociedad, la asociación subraya que el programa oficial —incluidas las jornadas previas Ciencia y Sociedad promovidas por el Cabildo de La Palma— “se articula casi exclusivamente en torno a investigaciones físico-naturales, monitoreo y nuevos aprovechamientos, con una presencia marginal de la voz directa de la ciudadanía afectada”.
A juicio del colectivo, “se vuelve a desaprovechar una ocasión para crear un espacio específico en el que evaluar la gestión, incluida la falta de información a los vecinos de los barrios que corrieron mayor riesgo y la no evacuación preventiva de toda la población de la zona durante las horas críticas del 19 de septiembre de 2021”.

Tierra Bonita lamenta que “una vez más, se prioriza la verdad factual y la narrativa de la erupción como catástrofe natural por encima de la verdad vivencial de quienes la sufrieron”.
“Sigue faltando un reconocimiento público —con las consecuencias que ello implica— de que la erupción fue una catástrofe humanitaria”, subraya la asociación. “El daño humano —desarraigo, pérdidas materiales y simbólicas, quiebre de proyectos de vida, salud mental y habitabilidad negada— exige que la ciencia y la política coloquen la experiencia de las personas en el centro de la verdad pública, y no en sus márgenes”.
Predominio absoluto de temáticas científicas
Tras revisar el programa y la relación de pósteres, el colectivo observa “un predominio absoluto” de temáticas científicas —vulcanología física, tectónica, petrología, geofísica, emisiones, biodiversidad, patrimonio y “nuevos recursos”— sin una sesión de testimonios ni una mesa abierta con asociaciones y vecinos damnificados.
Tampoco se incluye un bloque específico de rendición de cuentas sobre la gestión pública. La única aportación crítica en esta línea procede del químico y presidente de Tierra Bonita, Francisco Rodríguez Pulido, con la presentación titulada Decisiones críticas y consecuencias: la falta de evacuación preventiva en la erupción de 2021 en La Palma, que expone en formato póster en el área de Marco Socio-comunitario.

Aunque en el programa aparecen referencias puntuales a “memoria” o “escucha”, la asociación señala que se formulan como títulos aislados “sin dar voz directa, ni con tiempo propio, a las personas afectadas ni a sus plataformas”.
Añade este colectivo que del congreso está “ausente” la denominada ciencia ciudadana: “ni durante la erupción ni ahora se impulsa un programa robusto que integre medición e interpretación de datos y decisiones compartidas con los vecinos”.
También en este ámbito, “la única voz que reivindica explícitamente la ciencia ciudadana y la centralidad de la narrativa de los afectados” es la de Rodríguez Pulido, quien participa con cuatro presentaciones entre exposiciones orales y pósteres. Una de ellas se titula Ciencia ciudadana y monitoreo colaborativo: herramientas clave para gestionar el riesgo de emisiones difusas de CO₂ en Puerto Naos y La Bombilla.
Asimismo, Tierra Bonita considera que la mesa de periodistas prevista para el cierre del congreso “no se ha diseñado —según el programa— como un espacio de contraste con la ciudadanía afectada”.

“En suma —concluye la asociación—, el congreso consolida la primacía de la ciencia instrumental y de una comunicación institucional que, aunque útil para entender el fenómeno, no interroga el sufrimiento vivido ni las decisiones tomadas, ni abre el micrófono a quienes perdieron casas, animales, arraigo y derechos”.
La situación de Puerto Naos y La Bombilla —“la crisis crónica” que mantiene viviendas sin poder habitar— evidencia, a su juicio, que “los datos técnicos no bastan: deben traducirse en derechos, alternativas y participación real en las decisiones”.
Propuestas para el comité organizador
Aunque el programa ya está cerrado, Tierra Bonita plantea varias demandas que considera asumibles por el comité organizador y las autoridades. En primer lugar, propone una sesión extraordinaria esta misma semana —o en fecha inmediata— que dé la palabra, “sin filtro ni prisas”, a las personas afectadas y sus asociaciones, con acta pública y compromisos de seguimiento.

Igualmente plantea la creación de una Mesa de Verdad y Aprendizaje que cruce la verdad factual (datos), la procedimental (decisiones) y la vivencial (experiencia), con especial foco en aspectos como la nula información oficial recibida por los habitantes de zonas como El Paraíso o Alcalá sobre el riesgo que corrían al desplazarse el magma hacia el norte, la no evacuación preventiva antes de la erupción, los criterios de retorno y habitabilidad en zonas con CO₂, la necesidad de “acabar con el falso discurso de autocomplacencia y recuperación”, una evaluación independiente de la comunicación del riesgo y un papel central para la ciencia ciudadana.
Tierra Bonita exige, además, “transparencia documental plena” sobre la gestión de la emergencia y la reconstrucción, así como la celebración de unas jornadas con un bloque central de testimonios y deliberación pública, “con capacidad real de incidir en prioridades y recursos”.

“La narrativa científica no aporta nada si no se traduce en derechos; ni siquiera puede escudarse en que salvó vidas, porque son muchas las que se han quedado por el camino”, reflexiona Rodríguez Pulido.
“Hay que traducir los datos en derechos: habitar con seguridad, decidir con información completa y participar en las prioridades de la reconstrucción”. Y apunta una última reflexión: “Sin la verdad vivencial, La Palma no aprenderá lo que más importa de esta catástrofe”.



